martes, 17 de febrero de 2015

Alzheimer, una enfermedad que paraliza






    La patología afecta a todos aquellos que deben convivir con una persona que la padece
GUADALAJARA, JALISCO (24/AGO/2012).- En su llavero únicamente vivían tres llaves: una que abría la puerta de su casa, otra de la reja y una que jamás utilizaba (la de un candado que siempre permanecía cerrado).

A sus 85, Josefina Ibarra era capaz de ensartar un hilo por el orificio de una aguja sin usar lentes. Tenía una vista privilegiada, incluso tres veces mejor que la de su hija, Teresa, de 55 años de edad. En la mente de la señora Josefina habitaban los recuerdos de su padre, Abraham, así como de su mamá y su antigua trayectoria profesional.

Las llaves siempre iban consigo. Gustosa de la cocina, Josefina salía a comprar su mandado todos los días y si algo olvidaba, eso le implicaba cerrar y abrir su casa –la de su hija Teresa– por lo menos cinco veces al día. Cocinar, su actividad favorita.

Un día Josefina salió al mandado, prepararía un caldo de res para recibir a Teresa, su yerno y sus nietos a la hora de comer. Al regreso, ya no pudo entrar a su casa. El suculento platillo tuvo que esperar, así como Josefina. En la cochera de su casa, esperó sentada hasta que llegó su hija. Olvidó qué llave abría la puerta de su casa; entró en pánico y en un ataque de estrés sin siquiera intentar con las tres llaves de su llavero para ver cuál abría… Josefina daba el primer signo de alarma.

En la actualidad, una de cada 100 personas adultas, mayores de 60 años, padecen algún tipo de demencia. La cifra se incrementa cada cinco años, es decir, a los 65 es 2%, a los 70, 3% y así sucesivamente.

Entre la comunidad médica y la sociedad misma hay un término llamado Demencia Senil, que se relaciona con la pérdida de memoria en las personas de edad avanzada. No obstante, el geriatra Miguel Flores Castro afirma que ésta no existe: “Es un concepto que se utilizó por muchos años pensando en que los problemas de memoria eran parte de la vejez; sin embargo, la demencia es una enfermedad originada por muchas causas, una de ellas es la de tipo Alzheimer”, señala y aclara que hay más de 60 diferentes tipos de demencia.

Es una enfermedad mortal, degenerativa y sin cura. El Alzheimer se presenta regularmente en personas mayores de 60 años, y los primeros signos de alarma son precisamente la pérdida de memoria en asuntos considerables; a mayor edad, más riesgo.

“A mí y a ti se nos puede olvidar nuestro nip de la tarjeta de crédito y no significa que tengamos algún tipo de demencia. El problema detonante de ésta empieza cuando los datos de falta de memoria impiden al paciente llevar su vida cotidiana”.

Torta ahogada con ¿cátsup?

Josefina seguía con su gusto por la cocina. Aquel olvido de las llaves pasó prácticamente desapercibido. Un día, relata su hija Teresa, “nos preparó unas tortas ahogadas, a ella le salían muy buenas, pero al probarlas notamos el sabor empalagoso. Mi mamá había añadido a la salsa, cátsup; ahí supimos que ya estaba pasando algo”.

Tras varios signos como éste, Teresa acudió primero con su doctor de confianza, quien la turnó con el especialista: un geriatra. Tras varios estudios su diagnóstico fue  Alzheimer.

Es una enfermedad progresiva, aunque el proceso de evolución es variable, pero siempre va avanzando hasta llegar a grados más severos, donde el paciente se vuelve totalmente dependiente de la persona o personas que lo cuidan.

Pasados los años, la vida de Josefina, así como la de su familia (nietos, hija y yerno) cambió totalmente. “Mi mamá llegó a un grado muy difícil, fue una etapa complicada que sólo quien pasa por eso entiende. Para ella, yo ya no era su hija, era su mamá; así me decía, ya ni siquiera me reconocía como tal”, recuerda Teresa con los ojos rosados y voz entrecortada.

Los problemas con Josefina eran cada vez más severos. Desde cambiarse, ir al baño, salir o hacer algo de lo que a ella le gustaba; “se sentía atacada por todos nosotros, los que la cuidábamos”.

Un paciente con Alzheimer pasa por tres etapas, explica el geriatra Miguel Flores. “La primer es de tipo cognoscitivo, es decir, problemas de memoria, lenguaje, orientación y cálculo. La segunda fase es cuando se empiezan a agregar trastornos psiquiátricos como agitación, desinhibición, trastornos de la personalidad, delirios y depresión. La tercera es cuando todo se vuelve más severo y empieza a haber trastornos funcionales, desde olvidárseles cómo vestirse o peinarse, hasta perder la capacidad de caminar”.

Sí, la demencia de tipo Alzheimer es mortal. “Llega un punto en que el paciente en un grado muy avanzado, se olvida de cómo es que late su corazón, y deja de funcionar”.

Sin reclamos, sólo comprensión

El trato que la familia debe tener hacia un paciente con Alzheimer, dice el psicólogo Eduardo Camacho, comienza con estar consciente de que no es su mamá, papá o hermano, son otros, están enfermos y debemos entenderlos como tal. Hay que aceptar la enfermedad y estar informados, saber qué es lo que sigue.

“No hay palabras mágicas para decir cómo debe ser el trato de un cuidador hacia un paciente de este tipo, pero la información y el acercamiento con un especialista es necesaria”, advierte.

Delfina Moreno, del Centro de Formación Madre Teresa de Calcuta, comparte su experiencia en el trato con ancianos que padecen algún tipo de demencia, especialmente con Alzheimer: “Hay que estar conscientes que son personas enfermas y no debemos desgastarnos molestándonos e intentando hacerles recapacitar, porque no lo harán; es fundamental que los familiares, especialmente los hijos y esposos, no tomen personal lo que los pacientes digan, estén seguros que si los ofenden, no va para ustedes, simplemente es algo que la persona traía en su cabeza desde hace tiempo”.

Delfina aconseja no intentar corregirlos o hacerles ver que están en un error; “hay ocasiones que quieren hacerles entender, les reclaman el olvido de una petición, por ejemplo; a veces el paciente repite y pregunta cosas una y otra vez y esto desespera al cuidador, y entonces éste le reclama ‘¿qué no ves que ya te dicho muchas veces la respuesta?’ Pero qué pasaría si el anciano nos responde ‘¿qué no sabes que estoy enfermo?’”.

Josefina murió hace un par de meses. Una caída fracturó su cadera y tuvo complicaciones con el pulmón. Teresa dice que entiende que su mamá estaba enferma.

“Los problemas eran fuertes, pero gracias al apoyo de mis hijos y mi esposo, supimos salir adelante. Es en verdad una tarea difícil ver a tu madre en ese estado, que no te conozca y te vea como un extraño, eso parte el alma. Paciencia es la clave, pero sobre todo acercamiento con los especialistas; alguna vez nuestro doctor nos dijo que había casos que una situación así, provocaba hasta divorcios, y no lo dudo”.

PARA SABER

Un volado al aire

Nadie sabe si algún día padecerá la enfermedad. No hay datos preventivos para esta demencia, todo está en el destino de cada quien. No se cura, pero sí hay medicamentos que ayudan al paciente a estar controlado en sus trastornos y hacer más llevadero y accesible su cuidado diario.

Un paciente que tiene estudios, tiene una ventaja que puede solventar en cierto nivel sus síntomas de olvido, ya sea con una agenda electrónica o herramienta que le ayude a mitigar las deficiencias que la demencia trae consigo.


fuente 

http://www.informador.com.mx/suplementos/2012/399711/6/alzheimer-una-enfermedad-que-paraliza.htm

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